OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO

viernes, 25 de abril de 2008

EL MERCADO MANDA

Telma Ortiz, hermana de la princesa Leticia, ha decidido abandonar España debido al acoso de la Prensa Rosa pero antes ha pedido a la Justicia la adopción de medidas cautelares contra más de 30 Medios de comunicación (las televisiones de ámbito nacional, todas las revistas del corazón, varios diarios gratuitos, algunos digitales y las agencias que cubren la actualidad social) para reclamar tutela judicial en defensa de su Intimidad familiar.
En la solicitud, pide a los medios de comunicación que se abstengan de captar, distribuir o publicar imágenes de la familia, a excepción de las que sean tomadas en ceremonias oficiales o actos de carácter protocolario.
T. Ortiz ha recibido el apoyo de la Asociación de la Prensa de Madrid que lamenta los excesos por parte de la Prensa.

Los famosos, por el hecho de serlo, no carecen de Intimidad, únicamente su Intimidad es más reducida. Las personas con “notoriedad pública” son inevitablemente objeto de la curiosidad y del interés de los medios de comunicación. Pero un tema es informar de sus actividades públicas: una actuación de Joan Manuel Serrat, la participación de Rafael Nadal en el torneo de Wimbledon, el nuevo programa de la periodista Mamen Mendizábal en La Sexta o el discurso de investidura de Zapatero en el Congreso, y otro muy diferente informar de su vida privada o familiar, por mucha curiosidad que despierte.

La Prensa Rosa o del Corazón debería conformarse exclusivamente con los famosos que, voluntariamente o previo pago, acuerdan divulgar sus intimidades y con los actos públicos del resto de personas populares. Sí estos “periodistas” incluyen, contra su voluntad, a otros personajes famosos en sus crónicas, con la única finalidad de aumentar sus beneficios económicos, están practicando un claro abuso de la Libertad de Prensa que es uno de los pilares de las democracias. El Derecho a transmitir y recibir información no se ha establecido para los chismes y cotilleos sino para defender la Democracia dándole transparencia a la actuación pública.
Los periodistas, y los empresarios que los contratan, deben actuar con responsabilidad y guiados por un código ético o deontológico de autocontrol. Estos códigos no son un adorno que invocan retóricamente los Colegios de Médicos o de Abogados, sino una necesidad que nació con el ejercicio de la profesión, para marcar límites en los posibles daños colaterales que seguramente producirían de nos existir estas normas.

Rosa Villacastín, popular periodista del corazón, al comentar la iniciativa emprendida por Telma Ortiz explica que “si el Derecho a la Intimidad y el Derecho a la Información, chocan con tanta frecuencia, se debe a que sencillamente cualquier periodista sabe que la línea que los separa es tan sumamente frágil e invisible, que con frecuencia tienden a saltársela. No por el placer de hacer daño, sino porque frente a la intimidad que reclaman los personajes públicos, está el interés de la gente que desea conocer detalles íntimos de la vida de determinados personajes. ¿Por qué? Porque por más injusto que parezca, y sin duda lo es, el mercado manda. Y el mercado nos dice que todo lo que de una u otra manera esté relacionado con la familia Real interesa, vende, se compra”.

¿El Mercado manda?
Me interesa destacar la justificación ofrecida por la R. Villacastín: “el mercado manda” ya que es una justificación muy socorrida por muchos.
La realidad pura y dura de las estadísticas de ventas y de audiencias, indican que desde hace años hay un porcentaje importante de nuestra Sociedad que consume este tipo de informaciones, por otra parte, bastante denostadas por el resto del gremio periodístico que las denomina despectivamente como prensa rosa o del corazón.
¿La oferta informativa fomenta la demanda o es al contrario?

¿Es correcto éticamente satisfacer todas las demandas del “mercado”? ¿Quién incita a quién?
En el campo económico, seguir absolutamente las leyes del mercado como predicaba Milton Friedman y sus Chicago Boys parece que acaba volviéndose contra la mayoría como explica Naomi Klein (http://intimidadviolada.blogspot.com/2008/04/la-doctrina-del-shock.html). Parece claro, que el mercado no es tan perfecto como dicen y hay que ponerle límites para evitar por ejemplo que Correos, RENFE o Telefónica abandonen a los clientes rurales poco rentables. Recientemente hemos visto como el dinero público ha tenido que intervenir en los dos mayores paraísos del Libre Mercado como son Reino Unido y Estados Unidos para echar un capotazo a la Banca.
Las multinacionales farmacéuticas guiadas por el Mercado cada vez se centran más en la investigación y desarrollo de los fármacos más rentables y se olvidan de enfermedades tradicionales, como la malaria, por el bajo poder adquisitivo de sus enfermos. ¿Estas empresas están únicamente para ganar dinero? ¿Qué ocurrirá el día que dejen de venderse fármacos indispensables retirados del mercado por su baja rentabilidad?

En el campo informativo, la exigencia del “mercado” sería según R. Villacastin el interés de la gente que desea conocer de forma insaciable “todo” sobre los famosos, y por ende sobre sus parientes y amigos. Creo que se trata de una buena excusa invocada por los profesionales del periodismo para justificar cualquier tipo de información sin ninguna consideración ética. Información que curiosamente es de una gran utilidad para ampliar la Audiencia o el número de lectores aunque sea a base de aprovechar los más bajos instintos humanos, ¡que haberlos haylos!
La tentación de utilizar lo macabro, la violencia o el chismorreo ha ido a la par de la mercantilización de la prensa, especialmente de la TV que desde hace unos años al haber subordinado su misión informativa respecto de la empresarial, ha descubierto que necesita una audiencia mayoritaria para maximizar sus ingresos de publicidad.

Con un par de ejemplos veremos como ha evolucionado el periodismo para no renunciar al jugoso pastel de vender lo macabro o la Intimidad del famoseo.
Un ejemplo. Hace años, la crónica de sucesos del tipo: “le corta la cabeza a su mujer y se pasea con ella por la calle” solo era recogida por una única publicación escrita llamada El Caso, bastante despreciada y con no demasiados lectores que ni se atrevían a leerlo en público. Ningún periódico “serio” lo hubiera publicado. Hoy esta noticia la publica toda la prensa y si puede con ilustraciones.
Otro ejemplo. Hasta hace unos años, los devaneos sobre la intimidad de los famosotes eran reducto de publicaciones como el Hola o Diez Minutos. Actualmente la mayoría de la prensa o cadenas de TV tienen secciones o programas especializados como parte de su oferta informativa.
Esta evolución probablemente continuará. Estoy convencido que si se televisara en directo la defunción de algún famosete, entre llantos de sus allegados, la defecación con estreñimiento del Rey o la agonía de algún preso norteamericano aplicándole la pena de muerte o si se publicara una foto con desnudo integral del nuevo Gobierno mostrando sus potencialidades, la audiencia se dispararía. Si seguimos así, serán las próximas exigencias del mercado y elevaremos un monumento a esa excusa llamada “mercado”, construida con el sufrimiento de sus víctimas.

Si banalizamos y anulamos la intimidad de los “famosos”, estamos creando el ambiente propicio para que la Intimidad del resto de los ciudadanos de “a pie” peligre. Además, el concepto de “personaje público noticiable” es muy relativo y se puede aplicar a más personas de las que a primera vista parece.
La Educación y la Ética tienen por finalidad aplacar el lado salvaje con que la naturaleza nos dotó hace miles de años. No busquemos (en los demás o en el mercado) excusas para saltarnos estos frenos a conveniencia. La ética es la creación más brillante de la inteligencia y la culminación de la cultura.

Una persona sin Intimidad, es . . . menos persona.
PD. Del Reino Unido llega esta noticia que enlacazo muy bien con este comentario. La famosísisima escritora, J.K. Rowling autora de la saga de Harry Potter, ha conseguido la victoria en un juicio para defender la intimidad de su hijo.

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