OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA INTIMIDAD Y AL LIBRE ALBEDRÍO

sábado, 15 de noviembre de 2008

TRAFICANTES DE SALUD

Acabo de descubrir a Miguel Jara (http://migueljara.wordpress.com/), periodista comprometido especializado en temas de salud. Es autor de "Traficantes de salud" y de “Conspiraciones Tóxicas”.Buscando su Blog descubro está entrevista que publica Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=49382), hecha en abril del año pasado en la que descubro la siguiente perla:

Usted sostiene que se espía a los ciudadanos a través de la receta médica o mediante la implantación de la tecnología de radiofrecuencias en los envases. ¿Lo puede explicar con más detalle? ¿Cómo lo ha sabido?
Todo comenzó en Bilbao. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Bizkaia denunció que la empresa Close Up, en colaboración con Microdata Servicios, estaba visitando las farmacias para escanear las recetas dispensadas en las mismas. El Colegio pidió que, por ética, no se ofrecieran esos datos, y menos a cambio de una contraprestación económica, como sucedía y como continúa sucediendo en otros puntos del Estado y con otras compañías.
La información de las recetas la venden estas empresas de marketing farmacéutico a los laboratorios a precios increíbles, pues con ella pueden conocer las pautas de prescripción de los médicos y elaborar sus estrategias de promoción sabiendo a qué médicos hay que presionar para que receten ciertas marcas de medicamentos. Los métodos se han sofisticado y hoy, compañías de marketing farmacéutico, como IMS Health, ofrecen a los farmacéuticos programas de software de fácil instalación en el ordenador de su oficina de farmacia a cambio de una compensación económica. Quienes acceden, envían semanalmente la información de las prescripciones a la central de la casa.
Otro método de espionaje a la población, aún más sofisticado, es etiquetar los fármacos con el sistema conocido por sus siglas en inglés RFID (identificación por radiofrecuencia). La multinacional Pfizer ha comenzado a enviar sus partidas de Viagra desde su central en Francia hasta EEUU con estos dispositivos. Son del tamaño de un grano de arena e identifican cada unidad, por lo que con la tecnología apropiada puede seguirse cada bote de fármacos por todo el mundo. Hay grupos organizados de consumidores, sobre todo en EEUU, preocupados con la expansión de esta tecnología, con la que es fácil seguir a los portadores de un objeto.
Así, es posible que en un futuro más cercano de lo que creemos existan farmacias o botiquines «chivatos» en nuestras casas, que alguien pueda desde el exterior saber qué medicamentos tenemos.

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